¿Quién le teme a Jordan Bardella?
Arturo Magaña Duplancher
Internacionalista por El Colegio de México y la Universidad de Leiden. Consultor y analista internacional. Exfuncionario e investigador legislativo.
Mañana domingo los franceses irán de nuevo a las urnas. A las protestas multitudinarias contra el triunfo inédito de la Agrupación Nacional (RN, por sus siglas en francés) en la primera vuelta y a los llamados de futbolistas famosos como Mbappé de “frenar a los extremos”, se suma ahora la renuncia de unos 220 candidatos de agrupaciones políticas de izquierda y especialmente del bloque centrista del presidente Macron que terminaron en tercer lugar en la primera vuelta. A esta estrategia de cordón sanitario, centrada en aglutinar el voto útil y evitar que la ultraderecha conquiste la mayoría, Jordan Bardella, presidente de RN, la ha acusado de “alianza deshonrosa”. La verdad es que es difícil identificar ahí una alianza. De hecho, a Macron se le reclama una posición de relativa ambigüedad. Si bien no tiene problema alguno con los partidos socialdemócratas y de centro izquierda, a quienes en buena medida les debe el haber llegado al Eliseo en 2017, siempre ha denostado a La Francia Insumisa y al propio Jean-Luc Mélenchon con quien se niega ahora a formar un gobierno de cohabitación. Para Macron, antiguo militante del Partido Socialista, tanto la extrema derecha como la extrema izquierda suponen un peligro existencial para la democracia francesa y serían incluso responsables de llevar al país, esto lo ha dicho de manera literal, a una guerra civil. En efecto, los insumisos son el elemento explosivo que dinamita una alianza entre las izquierdas integradas en el Nuevo Frente Popular y el macronismo.
Todo mundo se pregunta, por lo tanto, ¿qué esperaba conseguir Macron de esta convocatoria anticipada a elecciones? La primera hipótesis es la de que Macron cometió el error involuntario de David Cameron con el Brexit. Es decir, buscando una reacción inmediata en el electorado francés, asustado por su negligencia al votar mayoritariamente por la ultraderecha para las elecciones al Parlamento europeo, Macron esperaba un voto de corrección, arrepentido y volcado a favor del centro político. El problema de este argumento es la relativa candidez que lo anima y la excesiva confianza en que el voto republicano preocupado por la democracia y las instituciones de la Quinta República está ahí, esperando ser movilizado por circunstancias críticas. Los resultados de la segunda vuelta aún podrían reivindicar esta hipótesis si es que RN no consigue acercarse a la mayoría absoluta como parecen adelantar algunos sondeos.
La segunda hipótesis es más interesante y quizá más digna de esos “coup d´éclat” a los que es tan aficionado el presidente francés. Asumir que ganará la ultraderecha y buscar la cohabitación con Bardella, un joven de 28 años de edad sin ninguna experiencia política, para destruirla desde adentro. Bardella no es ni Jospin ni Chirac y a Macron se le puede acusar de lo que sea menos de no ser un estratega de altos vuelos. Pero esta hipótesis tampoco está exenta de problemas. La Agrupación Nacional se parece ya poco a ese partido formado por esos grandes hombres de negocios y combatientes franceses de la Legión Extranjera en Suez y en Argelia. El cambio de imagen del partido va tan en serio que Marine Le Pen se ha hecho a un lado para dejar a Bardella, hijo de inmigrantes nacido en las viviendas sociales del barrio parisino de Saint Denis, brillar entre los jóvenes con sus videos de TikTok y hacer olvidar por un momento, con su carisma, la identidad populista, soberanista, anti inmigrante, anti europea y pro rusa de RN. Así como no surgió el voto centrista, al menos en la primera vuelta, así podría también salir el tiro por la culata cuando el presidente francés, altamente impopular, confronte directamente a un muchacho sin títulos universitarios pero con la inteligencia artificial y el marketing de su lado. Mañana comenzaremos a descubrir si el genio político de Macron sigue siendo mayor a su arrogancia.