Puigdemont, un dron en el Congreso
Fausto Pretelin Muñoz de Cote
Editor y columnista en El Economista. Maestro en Dirección Internacional.
Los pleitos entre el PSOE y el PP ya no tienen reconciliación en España, han tenido que ser trasladados a Bruselas.
El comisario europeo de Justicia, Didier Reynders, ejerce de mediador para que ambos partidos españoles acuerden una renovación del Consejo General del Poder Judicial y del método de elección de la cúpula de los jueces.
Como niños buenos, se presentaron ante Reynders, el ministro Félix Bolaños y Esteban González Pons en representación de los populares para construir una salida al laberinto.
La amnistía se ha convertido en un objeto ideológicamente explosivo.
La mentira en tiempos de la posverdad es una virtud. El presidente Pedro Sánchez mintió. Lo sabe, pero disimula como primer actor.
Durante su campaña aseguró que no tramitaría la amnistía para los políticos independentistas de Cataluña. Con el indulto, dijo, había normalizado el problema que le heredó Mariano Rajoy.
Pero al faltarle votos para su investidura, Sánchez decidió pensar en la amnistía.
Puigdemont, a manera de dron manejado desde Bruselas, ingresa a las Cortes españolas para dirigir la orquesta de su bancada conformada por siete diputados. Son pocos, pero son. Siete diputados que permiten a Pedro Sánchez gobernar.
Lo ocurrido el miércoles resultó ser la primera derrota de Sánchez en el Congreso. El partido de Puigdemont no aprobó el proyecto de amnistía que sí había aprobado una semana antes. Puigdemont, tomando café en la Gran Plaza de Bruselas, decidió que Sánchez tenía que agregar un pedazo de tela al proyecto de amnistía a su medida.
Incluir al terrorismo como excepción para no aplicar la amnistía, la razón. El juez Manuel García-Castellón decidió jugar a la política.
Si Mariano Rajoy decidió judicializar la política; García-Castellón decidió politizar su tarea. Ha decidido marcar de manera personal a Pedro Sánchez como lo hizo Gentile con Maradona en el Mundial de España 1982. Pasa el balón o el jugador, nunca los dos juntos.
García-Castellón, de manera involuntaria, le da la razón a Pablo Iglesias cuando habla del lawfare: jueces prevaricando para evitar goles de “sus rivales”.
El presidente Pedro Sánchez no podía dormir durante su primer gobierno por las travesuras de su vicepresidente Pablo Iglesias. Ahora tiene pesadillas gracias a Puigdemont.
Sánchez está rodeado de opositores y de aliados-opositores. La legisladora apenas inicia, pero al presidente ya le falta oxígeno.
El PP, dolido por la derrota, le está cobrando muy cara la mentira de Sánchez. Sí o no a la amnistía.
Por otra parte, Sánchez también sufre la durísima batalla entre Esquerra Republicana de Catalunya y Junts per Catalunya; Junqueras vs Puigdemont.
Felipe González ha enfurecido frente a Pedro Sánchez. Asegura que la autoamnistía se diseña desde Bruselas. Lo ocurrido el miércoles, le da la razón.
Rodríguez Zapatero ha dejado a su amigo Maduro solo en Caracas. Ahora está en Madrid, arrimando el hombro a Pedro Sánchez.
¿Bruselas terminará mediando entre Felipe González y Zapatero; entre Sánchez y Feijóo?
El odio y la mentira como espectáculos.