La tentación de VOX

Fausto Pretelin Muñoz de Cote

Editor y columnista en El Economista. Maestro en Dirección Internacional.


La palabra se devalúa; el significado se convierte en un ruido vulgar.

Entre la posverdad y el cambio climático sólo la velocidad de su respectiva destrucción marca diferencia.

María Guardiola era la presidenta del Partido Popular (PP) de Extremadura antes de las elecciones regionales y municipales del 28 de mayo, ahora, es la fiel representante de los que traicionan su palabra.

“Yo no puedo dejar entrar en mi Gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quienes están deshumanizando a los inmigrantes, y a quienes despliegan una lona y tiran a una papelera la bandera LGTBI. He hecho todo lo que estaba en mi mano. Mi promesa y mi tierra no son moneda de cambio de nada”.

Así hablaba María Guardiola para distanciarse de la ultraderecha de Vox con miras a formar Gobierno en la Junta de Extremadura.

Diez días después, Guardiola pactó con VOX la formación del Gobierno por necesidad para no repetir elecciones, y para justificar su cambio de decisión dijo: “Mi palabra no es tan importante como el futuro de los extremeños”.

María Guardiola logra inmolarse a través de la traición a sí misma: “Mi palabra no es tan importante como el futuro de los extremeños”. La figura de “nadie” cede el protagonismo a una masa.

Octavio Paz definió como nadie la figura de “nadie” en El laberinto de la sociedad: al tocar la puerta de una casa una voz se escucha desde el interior de la misma: “No hay nadie”. ¿Quién es la voz? ¿Por qué razón dice que no hay nadie si ella, la persona, se encuentra dentro de la casa? Muy fácil: la subestima; la auto destrucción del ser.

Lo mismo hizo Alberto Núñez Feijóo, líder del PP y probable presidente de España durante la siguiente legislatura que nacerá luego de las elecciones del 23 de julio.

Feijóo prometió “derogar el sanchismo”, pero el pasado fin de semana, en Bruselas, dijo que la reforma laboral de Sánchez no la va a derogar.

En algún momento Feijóo prometió que no pactaría con VOX en las legislativas. Claro, ya cambió de opinión: donde se necesiten los votos de Vox, el PP los tomará como suyos.

Guardiola y Feijóo han decidido autodestruirse en horario prime time.

Las mentiras son armas de destrucción masiva para la democracia.  

Las encuestas manipuladas también socaban a la democracia: son la versión cuantitativa de las mentiras.

Miremos el CIS (encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas, un organismo público). Esta semana anuncia que el PSOE y Sumar podrían ganar las elecciones frente al PP y VOX. Los números del CIS han sobreestimado a la izquierda a lo largo de los cinco años de gobierno de Sánchez. Poca credibilidad. José Félix Tezanos, director del CIS, se ha convertido en materia de burla en las tertulias de la radio.

¿Le ayuda a Sánchez? Hasta el momento, no.

Las mentiras ayudan a caminar por el sendero, pero solo algunos pasos; como alguien escribió: las mentiras tienen piernas cortas, no llegan demasiado lejos.