El ingreso de Ucrania a la OTAN o la “occidentalización” que nunca llegó

Francisco Javier Rodríguez
Abogado por la Universidad Nacional Autónoma de México, comunicador, columnista y Presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales de Coparmex Metropolitano del Estado de México.
La propuesta de incorporación de Ucrania a la OTAN, por la necesidad de apoyo y protección que Ucrania pidió a Occidente para defenderse de Rusia, es uno de los grandes temas de la discusión global del momento.
Recordemos que, sin embargo, esta propuesta no es ninguna novedad. En lo que va de este siglo XXI, por lo menos podemos citar dos momentos previos a la invasión a Ucrania que inició hace poco más de un año: las iniciativas del 2004 y 2014 para incorporar a Kiev a esta organización de defensa colectiva.
Occidente nunca ha negado el apoyo a Ucrania bajo la promesa de avanzar en su proceso de occidentalización política y económica. Muy a pesar de acciones concretas en respaldo a Ucrania en el contexto bélico, de discursos provocadores contra Rusia, de consignas reivindicatorias respaldadas por los países occidentales y del ímpetu de Ucrania, el ingreso de Kiev a la OTAN no se ha confirmado. ¿Qué más haría falta?
La expedición de una nueva membresía de ingreso a la Organización Transatlántica exige una decisión consciente sobre las muy implicaciones geopolíticas para la organización y para su memnbresí. Recuérdese que la finalidad primordial de la OTAN es la defensa común de sus miembros. Tanto por su posición geográfica como por su afinidad con los enemigos tradicionales de Occidente, su expansión constituye en sí misma una provocación, un desafío a la distribución del poder en Europa y por tanto podría dar lugar a un conflicto internacional.
Pero hay otra razón de fondo que impide una rápida adhesión de Ucrania: los miembros de la OTAN deben acreditar determinados parámetros de desarrollo económico para recibir la distinción transatlántica; además hay que invertir varios puntos del PIB en la adquisición de armamento que indique la Organización. No todos los países pueden cumplir con este requisito. Este es el caso de Kiev que tampoco cumple con requisitos indispensables como el combate a la corrupción, la transparencia y la rendición de cuentas en la administración pública, entre otras reformas estructurales.
Resulta que Ucrania es un país pobre con regiones donde impera la desigualdad social, el subdesarrollo económico, la pobreza y la corrupción. Las épocas de bonanza económica, incluidos los de la Ucrania soviética, hace muchos años que quedaron atrás. Los conflictos culturales enraizados en disputas religiosas o identitarias han sido históricamente muy comunes entre los ucranianos. Esta es otra razón para pensar que el ingreso a la OTAN podría hacer revivir la inestabilidad interna.
En mi concepto, la incorporación de Ucrania a la OTAN es innecesaria en la medida en que su incorporación de facto se ha dado ya vía los apoyos económicos y de armamento de los últimos meses. El conflicto con Rusia a través de Kiev está más vivo que nunca. Basta ver la reacción de Rusia al ingreso de Suecia a esa organización.
En la última cumbre de la OTAN celebrada en Lituania, el presidente Zelensky, fue un invitado de honor recibido, digamos, de una manera poco entusiasta y hasta forzada. Basta apreciar la foto del presidente ucraniano en la que aparece solo rodeado de gente que le da la espalda, aunque se trata del invitado de honor. Y es que la Alianza, para su desconcierto, aclaró que no daría una fecha de invitación para que Ucrania se adhiriera a la OTAN.