Ron DeSantis rumbo a 2024 ¿La estrella más brillante en el firmamento republicano?
Dra. Estefanía Cruz Lera
Investigadora de Tiempo Completo del CISAN-UNAM
estefania.1616@comunidad.unam.mx
La carrera por la Casa Blanca ha comenzado. El presidente Joe Biden, con sus 80 años y muchas dudas sobre sus aptitudes para un segundo mandato, ha anunciado que planea presentarse para lograr la reelección. La tribuna republicana luce agitada y más de una mano ya se ha levantado para contender contra el presidente demócrata.
El primero en la fila es el expresidente Donald Trump para quien los 34 cargos judiciales que se le han imputado parecieran no ser impedimento en el camino hacia la elección. El vicepresidente Mike Pence tuvo la audacia de desmarcarse del boicot contra la sucesión pacífica del poder ejecutivo y eso le dio bandera blanca para que el 4 de junio presentara su candidatura. Nikki Haley, exembajadora en Naciones Unidas y exgobernadora de Carolina del Sur se ha apuntado como la quinta mujer en buscar la candidatura presidencial republicana. Sin embargo, a todavía un año de la Convención Republicana y a aproximadamente año y medio del día de la elección, Ron DeSantis luce como la estrella más brillante en el firmamento republicano.
Los candidatos presidenciales en Estados Unidos frecuentemente han echado mano de dos narrativas políticas en sus campañas. Por un lado, está el mito del hombre hecho a sí mismo que ha logrado sortear avante las fuertes tormentas que le ha puesto la vida. Por el otro, apelan al intrínseco aspiracionismo de la sociedad estadunidense, tan impuesta a encontrar modelos de rol y líderes morales.
Ronald Dion DeSantis es hijo de una enfermera y un técnico que instalaba televisión por cable. Nació en Jacksonville, pero creció en el área de Tampa Bay jugando en las ligas infantiles de beisbol. Terminó su educación básica en una escuela católica y luego asistió a la preparatoria de Dunedin. Después, DeSantis fue a Yale en donde estudió historia, tarea que compaginaba con su pasión por el beisbol compitiendo para el equipo universitario. Logró ingresar a la prestigiada Escuela de Derecho de Harvard en donde se graduó con honores en 2005. DeSantis también sirvió en las fuerzas armadas y, de hecho, estuvo en el Campo de Detención de Guantánamo. En su carrera en la marina también ganó numerosas medallas por campañas internacionales en Irak y por la lucha contra el terrorismo. Con estas pulcras credenciales Ron DeSantis puede movilizar tanto el mito del hombre hecho a sí mismo como A la cultura meritocrática arraigada en gran parte del electorado estadunidense moderado.
Su carrera en la política también ha seguido un ágil camino cuesta arriba. En 2012, se presentó para representar el distrito 6 de Florida, cuyos principales constituyentes están en Daytona Beach. Ganó el curul haciendo una campaña de grassroots siendo prácticamente un desconocido. Entre 2012 y 2016 trabajó como un congresista republicano muy conservador que inclusive pertenecía al Freedom House Caucus, el grupo al interior del Congreso que hasta hoy día aglutina al ala dura del conservadurismo clásico. Como congresista DeSantis apoyaba el conservadurismo fiscal. Por ejemplo, promovió iniciativas de ley para aumentar la edad mínima de jubilación o para frenar el crecimiento del gasto social.
Ron DeSantis sabía que si quería mayor influencia y más rápidamente en la política nacional de Estados Unidos tendría que buscar un asiento en el Senado. Lo intentó en 2016, pero ante la sólida reelección de Marco Rubio tuvo que conformarse con otro periodo en la Casa de Representantes, en donde la visibilidad es menor entre sus 435 miembros. La gran oportunidad llegó cuando se acercaban las elecciones para gobernador de Florida.
En 2017, DeSantis anunció su candidatura e inmediatamente fue respaldado por el presidente Trump. Una de sus campañas más polémicas fue un spot de TV en el que aparecían sus tres hijos infantes, una de ellas construyendo el muro de Trump, una más en una escena en la que el candidato enseñaba a su pequeña hija a hablar pidiéndole que repitiera “Make America Great Again” y finalmente su recién nacido vistiendo ropa alusiva a MAGA. Al final, su atractiva esposa decía “Ron es todo Trump, pero aún hay más”. Trump retribuyó el apoyo presentándose en los mítines de campaña en Tampa Bay y en Sunrise. En el fondo a Trump nunca le gustó DeSantis, pero era un buen elemento para mostrar que el partido republicano estaba vivo y que era capaz de ganar elecciones de forma espectacular. DeSantis vio su éxito electoral en Florida como el trampolín para ahora sí brillar en la política nacional.
Si uno analiza las estadísticas de la Florida de DeSantis, el estado no se caracteriza por la alta calidad de vida de sus ciudadanos. El estado peninsular tiene uno de los salarios más bajos a nivel nacional, tiene financiamientos muy bajos en educación y en cuidado de la salud. En realidad, el mayor mérito del gobernador ha sido mantener bajos los impuestos sobre la renta para individuos y corporaciones. Una investigación de un diario local encontró que 99% de las compañías en el estado no pagaban impuestos y eso que el impuesto corporativo es del 5.5%, el más bajo del país.
Lo que sí ha hecho DeSantis en Florida ha sido abonar a las llamadas guerras culturales. El estado se ha negado a alojar inmigrantes e inclusive los ha desplazado a otros estados, recién estalló el escándalo por financiar aviones llenos de inmigrantes que estaban en San Antonio Texas a una isla de Massachussets. La legislatura de Florida, respaldada por el gobernador, ha pasado una de las leyes antinmigrantes más estrictas del país, en la cual, hasta los hospitales deben requerir el estatus migratorio a sus pacientes.
También está el escándalo y la demanda de Disney por una campaña de boicot y represalias contra la compañía para poder supervisarla, luego de que esta se opusiera a la ley estatal que popularmente lleva el nombre de “No digas gay”. Esta ley prohíbe que en el estado se enseñe sobre identidad sexual y orientación de género para escolares de entre 5 y 18 años. También se aprobaron prohibiciones en contra de la transición sexual de las infancias, se penaliza a personas transgénero que utilicen baños que no correspondan a su sexo biológico y prohíbe los baños inclusivos en espacios públicos.
Las semejanzas y continuidades entre Trump y DeSantis son evidentes, lo que está por verse son sus diferencias. Si de algo ha carecido la joven promesa republicana en todas sus campañas ha sido de originalidad. Las guerras culturales polarizan a los estadunidenses a través de líneas partidistas entre rojos y azules. Sin embargo, es bien sabido que el estadunidense vota con el bolsillo, Trump ya explotó el sentimiento anticorporativo, antiestablishment político, antichina y antiglobalista. Haciendo un balance sobre estos puntos, la mayor debilidad de Trump fue su falta de resultados, podemos citar pocos aciertos como sus paquetes de baja de impuestos. El gran dilema para DeSantis es que si quiere cerrar los 30 puntos porcentuales que hoy en día lo separan de Trump en las preferencias de los votantes republicanos es que debe ser contundente en sus planes y propuestas económicas y ser original en los temas polarizadores que seguro traerá de vuelta la campaña de Trump.