México, rumbo a la tercera división

Fausto Pretelin Muñoz de Cote

Editor y columnista en El Economista. Maestro en Dirección Internacional.


AMLO tomó al equipo en media tabla de la primera división y lo abandonó en segunda división. Ahora, la presidenta Sheinbaum toma decisiones temerarias bajo el riesgo de que el equipo descienda a tercera división.

Me refiero a la política exterior.

México era considerado una potencia regional (Concachampions/Conmebol); el rival era Brasil. Uno de los últimos cara a cara fue la competencia por la dirección de la OMC: Herminio Blanco en contra de Roberto Azevedo. En el año 2013 Brasil logró la victoria en contra del mexicano gracias a su excesivo número de embajadas en África.

Los organismos multilaterales fueron la apuesta de México para reducir asimetrías de poder; el Tratado de Tlatelolco, su orgullo, y más ahora que las palabras “bomba nuclear” son desempolvadas por Irán e Israel.

Pero la llegada de AMLO a la presidencia inauguró la diplomacia dogmática en sustitución de la de Estado. Tres embajadores mexicanos fueron declarados personas no deseadas, es decir, expulsadas por riñas ideológicas de AMLO.

El presidente mexicano degradó la relación con España debido a un berrinche de su esposa, y abrió grietas con el Parlamento Europeo, Panamá y Austria, entre otros países, y puso en “pausa” la relación con Estados Unidos (en la persona del embajador Ken Salazar).

Ahora, es la presidenta Claudia Sheinbaum la que erosiona la relación con la ONU y, al mismo tiempo, boicotea el sueño que tiene Alicia Bárcena para competir por la Secretaría General de Naciones Unidas.

Los nombramientos de Juan Antonio Ferrer Agilar y Hugo López-Gatell como embajador ante la Unesco y delegado ante la OMS, respectivamente, resultan decisiones que degradan a la diplomacia y agreden a Naciones Unidas.

Ferrer Aguilar arrastra al Insabi por el fango de la corrupción. Instituto de Salud para el Bienestar intentó sustituir al Seguro Popular y terminó siendo una caricatura monstruosa. El 98% de las compras que el instituto hizo bajo su gestión se hicieron sin haberlas registrado en el Estándar de Datos para Contrataciones Abiertas, es decir, se sirvió con la cuchara grande.

Sobre López-Gatell, su manejo de la crisis sanitaria del Covid-19 fue dogmática y no científica, por lo que el número de muertos superó los 700 mil.

La presidenta Sheinbaum se niega a dar un golpe de timón en la conducción de la política exterior. No condena lo que la ONU si hace en Venezuela. No condena la falta de libertad en Cuba. No premia al Servicio Exterior Mexicano. Premia a priistas que fueron derrotado por morenistas.

La presidenta no se atreve a cambiar a su embajador en Washington, Esteban Moctezuma. No se atreve a pedirle a Juan Ramón de la Fuente que haga su trabajo y viaje por todo el mundo para minimizar los golpeteos de Trump.

Días aciagos para la política exterior mexicana.

Nos acercamos al descenso a la tercera división. Ya no jugaremos con Honduras, lo haremos con algunas islas del Pacífico.