Feijóo no habla el catalán en la intimidad

Fausto Pretelin Muñoz de Cote
Editor y columnista en El Economista. Maestro en Dirección Internacional.
El Partido Popular (PP) tropieza con una grave inconsistencia. Desea gobernar a España, pero sin el País Vasco ni Cataluña. Su visión etnocéntrica le ha hecho creer que el nacionalismo español representa la gasolina suficiente para llevar a Alberto Núñez Feijóo a la Moncloa.
En los hechos alternativos el PP intenta promover la idea de que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) no debe gobernar porque tuvo menos votos que el PP: 31.7% frente al 33.05% que obtuvo el partido de Núñez Feijóo.
En cualquier sistema presidencialista la intención de Feijóo sería incontrovertible. El PSOE tendría que aceptar su derrota como ocurre en el juego de la democracia. Sin embargo, el sistema político español corresponde al de una monarquía parlamentaria donde el voto popular elige a diputados no al presidente.
Más allá de los hechos alternativos que impulsa Feijóo, el jueves pasado el PSOE logró una mayoría de votos en el Congreso para nombrar a uno de sus miembros como presidenta de la cámara, Francina Armengol, frente a un PP que se quedó solo al retirarle Vox su apoyo.
El pacto que apoyó el partido de Carles Puigdemont le da a Sánchez el control del Congreso, y demuestra al rey Felipe VI que tiene elementos para formar gobierno luego de que el monarca realice consultas entre los líderes de los partidos que tienen escaños en la cámara.
El PP intenta gobernar sin apoyos de los partidos vascos y catalanes. Quizá, 20 años atrás, cuando el bipartidismo se encontraba asentado en el Congreso, para el PP no se le haría difícil lograr mayoría, pero luego de las crisis de 2009 el bipartidismo se fisuró.
Mariano Rajoy, frente al movimiento independentista que tuvo en el 1 de octubre de 2017 su momento crítico al haber organizado un referéndum fuera de la Constitución, decidió judicializar el problema catalán.
Pedro Sánchez colocó una pista de aterrizaje a la grave crisis. Y lo logró. El partido independentista Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) lo apoyó en diversas votaciones en el Congreso en la legislatura pasada.
Ni el divorcio de ERC con el partido de Puigdemont (JxC), impidió que Pedro Sánchez lograra importantes reformas.
La conformación de la presidencia de la cámara del pasado jueves refleja con mayor fidelidad la pluralidad de España.
El PP pierde tiempo simulando que puede gobernar cuando las matemáticas no le permiten sumar 176 escaños para lograr la investidura de Feijóo. El PP tiene 137 escaños. Ni sumando los que tiene Vox, 33, lograría la mayoría absoluta.
Parece una escena de realismo mágico el deseo de gobernar de Feijóo porque tuvo mayoría de votos (pero no de escaños).
Lo sabe y no quiere aprender de José María Aznar quien, en su momento, tuvo que negociar el apoyo del partido de Jordi Pujol (CiU) para formar su gobierno. Para lograrlo, Aznar dijo públicamente que hablaba el catalán “en la intimidad”.
“Pujol, enano, habla castellano”, se burlaban los seguidores del PP. Pero luego de la confesión que hiciera Aznar para dar un toque de seducción a la negociación política con CiU, ya no le recordaron a Pujol su estatura.
Al parecer, Feijóo tiene poca estatura: gobernar sin Cataluña y el País Vasco es prácticamente imposible.